En mi adolescencia tuve la suerte de conocer a varios hombres sabios; de todos ellos pude aprender mucho, y a menudo les escuché decir que es preferible ser “alegremente serio” en vez de “tristemente trascendental”. Con el tiempo, he ido madurando aquel criterio, incorporando el humor como pieza indispensable en mis alocuciones.

Cuando notas que no te ríes lo suficiente, es probable que te estés tomando demasiado en serio las cosas, o dándote mayor importancia de la que en realidad tienes.

Para no olvidar nunca esto, me gusta recordar un dicho irlandés que dice así: “El humor es la levadura de la vida. Sin él, nuestras almas no pueden subir.”

El humor nos permite tomar distancia sobre la vida —y sus hechos—, nos ofrece la perspectiva necesaria para quitar drama y trascendencia a los pequeños accidentes o decepciones rutinarias. Así que, por nuestra propia salud: riamos. 🙂