El Dogmatismo

Ciertos cultos o religiones burocratizan su percepción de lo que significa ser espiritual. Establecen toda clase de reglas sobre lo que es espiritual y lo que no. Lo que en orígen pudo ser para ellos una vivencia fresca y vibrante se convierte en una lista de debes y no debes, o en una serie de rutinas estrictas que exigen ser respetadas: “Debes ser todo amor”, “Cada día debes meditar dos veces en la posición del loto”, “Nunca debes invocar a Dios sin purificarte”. Es lo que algunos han llamado “estalinismo del espíritu”.

 

Algunos grupos se inspiran y estructuran en torno a un líder, pero tras la muerte de éste no son capaces de preservar el verdadero significado de su enseñanza. Otros grupos se sienten dueños del único camino hacia la Verdad. Creen que quien no transite esa senda no llegará a ninguna parte. Se puede llegar a pensar erróneamente que lo que a uno le ha dado resultado puede valerle a cualquier otra persona…

 

Si alguien se levanta temprano una mañana cualquiera, contempla un amanecer bellísimo y tiene una experiencia cumbre que le revela el significado de la vida, pensará que si todos los días madruga para ver salir el sol, la experiencia se repetirá. Pero si al día siguiente el acontecimiento no se reproduce idénticamente, tal vez sea preferible atesorar la experiencia inicial y encontrar el modo de integrar poco a poco aquellas circunstancias que nos fascinaron.

 

Astrológicamente, la casa IX es el lugar donde nacen las creencias espirituales. En esta casa los planetas Marte, Saturno o Plutón pueden tener una incidencia tan fuerte sobre esas creencias que nos induzcan cierto fanatismo. Ese potencial dogmatismo puede llegar a tomar cuerpo cuando Marte o Plutón forman aspecto con Júpiter.

 

Algunos planetas también pueden generar en dicha casa rígidas creencias filosóficas, sobre todo si están implicados el Sol y Mercurio en aspecto con Saturno, Marte, Urano o Plutón. A modo de ejemplo: muchos líderes espirituales tienen una casa IX fuerte, y por ello no debe extrañarnos su tendencia a corregir a los demás condescendiendo con fórmulas como: “Estás equivocad@. Escúchame, lo que tienes que hacer o pensar es…”

 

Los librepensadores poseen el mejor antídoto para combatir el dogmatismo. Estas personas construyen sus opiniones y certezas sobre un análisis imparcial de hechos, y son dueñas de sus propias decisiones, independientemente de la imposición dogmática de cualquier institución, religión, tradición, tendencia política o cualquier forma de pensamiento que busque imponer su punto de vista ideológico o espiritual.

 

En mi opinión, la Verdad se encuentra en todas partes. En cada persona, en cada gesto, en la naturaleza, en una sonrisa, en un llanto; La Verdad no puede ser contenida, encerrada ni lacrada en ningún texto, no tiene forma ni puede ser patrimonio de ningún grupo religioso ó filosófico.

 

¿Acaso podríamos hacer un agujero en la arena de la playa y meter todo el agua del mar en dicho agujero? Pues así es la Verdad.

 

Un abrazo a tod@s.

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