Desde el mismo instante en que nace una persona, las figuras que le aguardan en la sala de partos serán vitales para su posterior desarrollo. La mayoría de las veces, esas personas —a las que denominaremos padre y madre— no aparecen cohesionadas entre sí, y ésta será una cuestión de enorme trascendencia para el recién nacido.

En términos astrológicos, existe la representación del niño que nace sin padres presenciales: incluso la madre puede evadirse de ese momento tan importante. La ilusión o indiferencia ante la llegada del bebé, o la falta de empatía entre los cónyuges determinarán la interacción que este niño o niña tendrá con su entorno a lo largo de su vida.

Desde una perspectiva psíquica, este escenario implicará a la fuerza un recorrido más trabado, con enormes dificultades para sentirse parte de un mundo que le acepta y con el que armoniza.

El nacimiento es de enorme importancia, y su observación astrológica debe ser valorada con sumo cuidado y detalle a la hora de interpretar su carta natal.

Muchos de nosotros tenemos en nuestras cartas esa figura aspectada de manera inarmónica; Como consecuencia de este detalle, nos cuesta sentirnos plenamente integrados como parte de un colectivo condenado a entenderse: la Humanidad.

El futuro está en nuestras manos, es cierto. Pero lo que la niña o el niño percibieron en el instante de nacer marcará toda una vida.