Virgo es un signo con un punto de abnegación, por su tendencia natural a permanecer en segunda fila haciendo que la cadena funcione, lo que puede repercutir en una autoestima frágil. No gusta de asumir la iniciativa o el mando, prefiere obedecer y mantener una actitud crítica —a veces en exceso— hacia sus “superiores”, aunque éstos siempre podrán contar con la fidelidad de un Virgo a su servicio.

Ante cualquier planteamiento a resolver, su visión es aguda y ordenada; son metódicos y precisos, cualidades que llevadas al extremo pueden derivar en un exceso de meticulosidad.

Su gran disciplina y sentido del orden les hace meditar mucho las ideas, lo que a veces puede convertirse en un defecto y ocasionar dudas o vacilaciones. A los Virgo les gobierna más la cabeza que el corazón: su fuerza nace de la mente, y ahí radica toda su eficiencia a la hora de afrontar cada circunstancia. Por ello, también en los sentimientos llevan los procesos con inteligencia, evitando aquello que les pueda desestabilizar. Son eminentemente realistas y prácticos, no se dejan embaucar fácilmente por ideas románticas o utópicas.

Los Virgo se anticipan con cautela a las posibles dificultades del camino. Antes de emprender cualquier proyecto clasifican a las personas, una actitud que puede parecer algo fría y distante en determinadas circunstancias, cuando parecen huir del entusiasmo generalizado. Pueden llegar a ser muy reservados y enigmáticos, lo que hace que no tengan muchos amigos de confianza. Pero saben interiorizar y aguantar los embates de los signos más agresivos, buscando pacientemente la forma de educar al agresor.

Cuando Virgo se encuentra bajo influencias negativas, puede sufrir cierto desequilibrio interno. Es en esos momentos cuando puede resentirse su autoestima.